Me dijeron que en el Reino del Revés nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres.
A veces tenemos la sensación que la Argentina actual, hoy gobernada por el Presidente Mauricio Macri, se parece cada vez más al mítico "Reino del Revés", que describía la talentosa María Elena Walsh. Aunque, desde luego, la realidad que nos rodea, que nos golpea y que no deja de sorprendernos diariamente, es mucho menos cándida que el mundo de fantasía que nos pintaba la canción.
En este Reino del Revés en que habitamos, ser trabajador o trabajadora y pretender organizarse solidariamente, en custodia, defensa y salvaguarda de los propios derechos, es incurrir en una actividad poco menos que delictiva, casi al margen de la ley. Es pasar a ocupar un lugar no deseado, cuestionado, oscuro, molesto. Es, en palabras del propio Presidente de la Nación, privilegiar “pequeños nichos de poder”, ejercidos de manera "mafiosa".
En este Reino del Revés y para el Presidente y su Gobierno, los Sindicatos representan la causa y razón de todos los males que aquejan a la Argentina. Son el pasado, son lo viejo y aquello que hay que desterrar, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
Claro, sucede que en este Reino del Revés en que vivimos, el Rey se parece mucho, quizás demasiado, a un empresario. Y cuando se pretende gobernar la comarca como la propia empresa, las tensiones y conflictos se potencian. Hay una continuidad en el decir y en el hacer contra los trabajadores, especialmente contra los trabajadores organizados. Hay además, muy especialmente contra el sindicalismo docente, una estrategia de deslegitimación y desgaste. De todos los sindicatos, que por supuesto son malos, los sindicatos docentes son los peores. Y en la lógica amigo/enemigo, palmada/garrote, los docentes organizados han constituido un obstáculo para los planes gubernamentales, una piedra en el camino de la que buscan desembarazarse.
Por eso este año 2017 ha estado plagado de una agresividad inédita para con el colectivo docente. Desde la supresión de la Paritaria Federal, la caída de planes y programas educativos, los recortes presupuestarios, el traspaso del fondo compensador del Ministerio de Educación al Ministerio de Interior, hasta las más explícitas declaraciones de funcionarios en contra de los dirigentes sindicales. A la estigmatización, a las amenazas, al espionaje, a la presencia de las fuerzas de seguridad con el fin de amedrentar diversas instancias de organización de los docentes, le siguió - casi como una consecuencia natural - la represión.
Y nuestra respuesta y la reacción social que sobrevino fue contundente: NO SE LE PEGA A UN MAESTRO. En un clima de libertad y democracia, en un país que se rige bajo el pleno imperio de la Constitución Nacional, A UN MAESTRO NO SE LE PEGA. Pero, en el Reino del Revés, todo puede suceder...
En el Reino del Revés, la lógica también funciona de un modo peculiar, por eso los trabajadores, sus representantes y sus organizaciones pueden ser tildados de mafiosos, sin importar que quien profiere la acusación pertenezca a un grupo empresario que haya incrementado su fortuna en tiempos de la dictadura, haciendo negocios a las sombras o a expensas del Estado, creando sociedades offshore en paraísos fiscales y beneficiando a su círculo rojo de selectos amigos empresarios.
¿Por qué entonces la agresión a los dirigentes y sindicatos docentes? ¿Será por aquello de que uno cree y ve a todos de su misma condición? ¿O será que en realidad lo que está en pugna son diferentes modelos de país, con sus diferentes modelos educativos y los sindicatos docentes, con sus diferencias, con sus particularidades, han sabido superar los matices para oponer resistencia a una política del Gobierno que pretende desfinanciar y ahogar al sistema educativo actual porque no le sirve a su visión empresarial, financiera, mercantilista y corporativa? Sin embargo y mal que les pese, el colectivo docente constituye una reserva de dignidad y de ética. A pesar de los denodados esfuerzos de los funcionarios por agraviar, por bastardear y menospreciar a su dirigencia; a pesar de la prédica feroz y brutal de los grandes y poderosos monopolios de la comunicación, que replican y reproducen una y otra vez un discurso marcadamente hostil contra las organizaciones de trabajadores de la educación, los docentes argentinos enseñan, resisten y sueñan.
Y esto último, en el Reino del Revés, es prácticamente subversivo. Por eso, no nos sorprendieron las declaraciones del Presidente Macri. No hay sorpresa, sino absoluta constatación de que están confrontándose dos miradas muy diferentes de país. Seguramente, muchos compañeros y compañeras maestros/as y profesores/as creyeron en las promesas de campaña de Mauricio Macri, cuando prometía devolvernos el prestigio, cuidarnos, respetarnos y pagarnos bien. Hoy, la única y evidente verdad, es la realidad. Hoy ya no hay ardides publicitarios, hoy las promesas de campaña no son más que un cascarón vacío.
Tal vez, como le gusta decir al Gobierno, sea tiempo de cambiar. Tal vez, Mauricio Macri, debería ser más Presidente y menos empresario, porque es la visión de un estadista la que le permitirá comprender que donde hay un trabajador está la Patria y que los Sindicatos no son otra cosa que la expresión de esos propios trabajadores organizados. Tal vez, Mauricio Macri debería honrar el diálogo que tanto proclama y convocar a la Paritaria Docente, para avanzar en el diseño de una educación inclusiva, democrática y comprometida, evitando una escalada de violencia verbal y simbólica que sólo le sirve a aquellos que quieren ver de rodillas a la Escuela Argentina, nuestra Escuela. Sólo entonces, dejaremos de parecernos al Reino del Revés, para ser Patria.
#NoALaViolenciaVerbalNiFísica
#ParitariaNacionalDocenteYA
PATRICIA MOUNIER - Secretaria General Sadop Santa Fe
MARTIN LUCERO - Secretario General Sadop Rosario