Trabajo digno a personas de cualquier sexo

Una empresa rosarina rompió los preconceptos y tomó a un transexual que logró su primer puesto formal. En un país pionero y ejemplo internacional en derechos a la diversidad sexual, aún el 90 por ciento de la población trans sigue fuera del mercado laboral.

22 de Septiembre 2015

por Laura Hintze para El Eslabón / Redacción Rosario

"Fui a la primera entrevista sólo para probar. Pensaba que era puro chamuyo, pero conseguí trabajo. Y ahí sigo". Michelle Vargas tiene 34 años, es transexual y hace catorce meses que se desempeña en la consultora Previ, donde llegó a través de la Oficina de Empleo municipal y el programa nacional de Capacitación y Empleo. Michelle comenzó como telemarketer, ahora, luego de un ascenso, trabaja en la administración de la empresa. "Los señores grandes me llamaban la atención, y me decían «Señora, usted fuma muchos cigarrillos»", contó, naturalizando con humor y de a poco, sobre su condición de empleada formal y transexual, condición privilegiada en Rosario y en el país. Argentina es pionera y ejemplo internacional en lo que a diversidad sexual respecta y, sin embargo, el 90 por ciento de la población trans continúa sin tener acceso a posibilidades de empleo por fuera de la prostitución.

"En la vida cotidiana se puede constatar que la igualdad legal dista de la igualdad real. Es la lucha que nos toca ahora: achicar la brecha", explicó Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt).

La institución presentó el lunes pasado un informe realizado para la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), donde se analizan las condiciones laborales de la población LGBT en Argentina.

Un análisis general del tema identifica a Argentina como modelo internacional. Es el primer país de América Latina en aprobar la Ley de Matrimonio Igualitario y tiene la Ley de Identidad de Género y Salud Integral más avanzada a nivel mundial. "Aún así, no hay modificaciones significativas en el marco legal específico del empleo. Son cuestiones sobre las que hay que avanzar", explicó Paulón.

La ley de Penalización de Actos Discriminatorios, por ejemplo, no incluye a la orientación sexual y la identidad de género dentro de las categorías relevantes a la hora de considerar casos de discriminación en el trabajo. Pero hay distintos fallos en la Justicia que permitieron considerar estas condiciones como elementos relevantes en relación al mundo del trabajo.

El foco está puesto, sin embargo, en unos pasos más atrás: qué hacer con una generación de personas –mujeres principalmente– transexuales que por prejuicio y estigma social no pueden entrar al mercado laboral formal. Acortar la distancia entre lo legal y real, esa es la cuestión.

El 90 por ciento de las personas trans del país están por fuera del acceso al empleo registrado. La mayoría de las que lograron entrar al sistema, como el caso de Michelle Vargas, lo hicieron gracias a convenios entre el Estado –en cualquier nivel–, las empresas, y las organizaciones LGBT.

"Cuando llegué a Previ todavía me prostituía, pero estaba cansada de la calle y quería dejarlo. Lo primero que hice fue anotarme en el Programa de Capacitación y Empleo, desde donde me llamaron para hacer una entrevista para trabajar en un call center. De todas las veces que había buscado trabajo, fue la primera vez que tenía una entrevista. Pensé que era puro chamuyo. Pero quedé. Ya hace catorce meses que estoy", contó.

Romina Prezzavento y Flavia Vignolo son las dos socias a cargo de Previ. Las mujeres, licenciadas en Ciencias Políticas, prefieren denominarse emprendedoras y no empresarias, y explican que el suyo es un call center que trabaja con programas de empleo y poblaciones vulnerables.

"Una vez nos ofrecieron tomar población trans y por una inquietud social decidimos ver qué onda. Estábamos re-enganchadas, muy entusiasmadas con llenar los dos turnos, pero la realidad fue que muchas no se presentaron. No entiendo por qué: si realmente el Estado no difunde, no invita, no informa que están estas posibilidades", explicó Flavia.

Michelle Vargas consideró que ese ausentismo y/o inestabilidad dentro del colectivo trans tiene que ver con que el estigma sobre esta población continúa. "El empleador tiene que conocerte en la cotidianeidad para romper prejuicios. Todos se piensan que somos quilomberas, drogadictas, borrachas. Y encima nosotras no sabemos dar entrevistas, hablar con la gente. Yo soy igual a todas, mi única diferencia es que yo decidí dejarlo y pude hacerlo. Por eso no puedo asegurar que se haya avanzado en la inclusión. Cuesta, aunque al menos ahora podemos dejar un currículum. Antes te cerraban la puerta en la cara. Buscar trabajo para mí siempre fue dificil: mi única experiencia era la prostitución. Pero hay que moverse. Por algo llegué a la oficina de empleo y estoy acá", relata Vargas.

La población trans del país todavía tiene que romper barreras para el acceso a todos los servicios: salud, empleo, educación. Muchas personas transexuales adultas sufrieron la exclusión del hogar desde la adolescencia y con eso entraron en un círculo de exclusión que impidió enfocarse en el estudio, la escuela y la posibilidad de un trabajo registrado. Las nuevas generaciones, varones y mujeres trans de veinte, veinticinco años, transitan un panorama totalmente distinto. Los avances culturales y familias mucho más abiertas en el tema, no los expulsó a la calle desde jóvenes. Cuatro de cada diez personas trans están dentro del sistema educativo formal. Antes de la ley de Identidad de Género, las estadísticas decían que una de cada diez estudiaba.

"Las nuevas generaciones tienen un panorama más claro en cuanto a su futuro profesional. Estamos viviendo un proceso histórico. No hay dudas que los hoy adolescentes tendrán una vida diferente, otra historia y nuevas luchas culturales. Porque, a pesar de todo, nos quedamos cortos. Falta", indicó Michelle Mendoza, trans y responsable del Área de Diversidad del Movimiento Evita a nivel provincial.

En el mismo sentido, Paulón agregó: "Después de la sanción de la ley comienzan a verse algunas reparaciones. Hay mayor comprensión social y familiar, y los jóvenes trans pueden terminar los estudios, por ejemplo. Veremos qué pasa con el acceso laboral de las nuevas generaciones".

El acceso al trabajo formal implica, para toda persona, la posibilidad de una economía doméstica con estabilidad, de acceso a la atención médica, a las vacaciones, a una futura jubilación. El trabajo y la posibilidad de desarrollar una vocación también es una forma del desarrollo de la identidad que cada persona forja sobre sí misma. "Y la falta de acceso laboral baja las expectativas, por más cursos o talleres que se hagan, por más estudios que se terminen. Si alguien sabe que nunca va a poder trabajar, lo deja de intentar y se va a lo seguro", explicó Mendoza.

Y "lo seguro", en este caso, es el trabajo sexual, a menos que medie la ayuda del Estado o de una pareja que pueda correr con los gastos de los dos. "Eso no está ni bien ni mal. Pero a veces no son las expectativas", razonó Michelle.

Tanto Paulón como Mendoza consideraron que la lucha por el trabajo registrado se trata, ante todo, de un recorrido que se empieza a trazar. "Vamos por el desarrollo de la vocación, pero primero por la inserción. Es necesario que haya muchas opciones, pero la prioridad, y como pasa a todos, es llevar el pan a la casa", señaló Paulón.

"Hay un piso que establecer que va más allá de los deseos personales. Garantizar el acceso al empleo formal –sea el que fuere– también es la posibilidad de acceder a cumplir muchos sueños", concluyó por su parte Mendoza.

Gays, lesbianas y las diferencias dentro de las diferencias

La población LGBT vive distintas realidades. Así como la exclusión de las personas trans (en este caso se incluyen a los travestis) continúa teniendo niveles altísimos, la situación sí cambio para las personas gays y lesbianas. El informe realizado por la Falgbt indica que el 65 por ciento de esta población que trabaja en relación de dependencia siente que ser abiertos por su orientación sexual puede perjudicar su situación laboral. Sin embargo, sólo el 15 por ciento experimentó o vivió situaciones discriminatorias. "Hay una enorme diferencia entre lo vivido y lo percibido. Esto habla de todo lo que se necesita trabajar en lo cultural, incluso porque hay gente que percibe que hay algo malo con su orientación sexual", analizó Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt). Las principales problemáticas que se dan están relacionadas a cuestiones culturales arraigadas, no siempre situaciones adredes o malintencionadas. Las bromas, el uso de lenguaje verbal discriminatorio, son algunos de esos casos.

Trabajos "para gays"

Los resultados del informe también señalaron la persistencia de estereotipos de género que relacionan empleo acorde a cada condición sexual. "Eso está muy arraigado en la sociedad y se traslada al ámbito laboral. Hay muchas empresas que contratan varones gays en función de los trabajos que pueden hacer porque supuestamente son más simpáticos, delicados, trabajadores. Y además tiene un trasfondo económico, porque piensan que no van a casarse ni tener hijos".

La presunción de heterosexualidad también surgió como un factor que dificulta el desempeño laboral: "Si no hablas de tu orientación sexual, dan por sentado que sos heterosexual. Con eso se genera una situación incómoda para todos, más aún para los que no viven abiertamente su sexualidad. Y termina funcionando como invisibilización impuesta".

La diversidad sexual desde lo sindical

La sanción de las leyes de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género puso en agenda y visibilizó las distintas problemáticas que atraviesa el colectivo de la diversidad sexual. Con la ampliación de derechos, los sindicatos locales comenzaron a trabajar estas temáticas o al menos a considerarlas. Los casos de discriminación por la orientación sexual en el trabajo son ínfimos, al menos en Rosario, una de las ciudades más inclusivas en el país en este sentido. Sin embargo, los dirigentes consultados coincidieron en que tratar la diversidad sexual en el trabajo va más allá de la discriminación y que es, ante todo, una forma de que el trabajador se pueda desempeñar libremente en su ámbito laboral.

Carlos Formica es delegado del Sindicato de Empleados de Comercio y trabaja en la institución y en un reconocido centro comercial, donde está hace quince años. Carlos, además, es gay. "Visible", aclara. Y admite que en todo este tiempo, no tuvo jamás un problema sobre su condición sexual. El delegado y un grupo de compañeros más, también gays "visibles", llegaron al Sindicato a llamar la atención, "romper con algo", dice él, y a la vez encontrarse sin problemas y recibir unas pocas denuncias o reclamos por discriminación. Sin embargo, apuntan a abrir la secretaría de Diversidad y continuar profundizando. "Se trata de ir más allá. No es necesario que haya reclamos para tener espacios de contención: un compañero puede no tener problemas laborales pero sí personales, y el gremio no tiene que estar por fuera de eso", señaló Formica.

"Nos sentimos con responsabilidad de visibilizar. A veces, el Estado está ausente y el gremio debe cumplir un rol ese espacio", señaló Martín Lucero, secretario general de Sadop, el sindicato de los docentes privados. Lucero consideró que el sindicato es una organización gremial y social, que no puede aceptar que algún trabajador "viva mal pero trabaje bien". "La vida privada hace a la condición de trabajo de cada uno", remarcó el dirigente. Sadop trabaja con la diversidad sexual desde el momento en que comenzó a visibilizarse con la discusión y posterior sanción de las leyes antes mencionadas. "La identificación de la problemática surgió con la visibilización, cuando se puso en agenda un tema que evidentemente tenemos que trabajar. La ampliación de derechos nos obliga a aprender a incorporar problemáticas a la agenda gremial. Son cosas nuevas para muchos de nosotros, que venimos cargados de preconceptos. La mayor visibilización de las problemáticas implica más desafíos y con eso más aprendizajes". El gremio no hace referencia a algún caso de discriminación que haya sucedido en sus ámbitos pero sí han recibido consultas en casos de compañeros que quisieron salir del closet, anunciar su matrimonio e incluso cambiar de sexo.

Las distintas realidades del colectivo y la sociedad en general se condicen con las distintas realidades que se viven dentro de los gremios. Yamile Baclini, secretaria de Desarrollo Humano, Educación y Capacitación del Sindicato de Trabajadores Municipales, remarcó la necesidad de poner el foco en la inclusión trans. La mayoría de las consultas relacionadas a la diversidad sexual tienen que ver con esta temática: qué vestidores o baños tiene que usar una compañera trans, por ejemplo. "Es una cuestión aún no naturalizada", explicó Baclini. Entre fines de 2014 y principios de 2015, el gremio de los municipales puso en marcha un programa denominado "Trato Digno", destinado a la no discriminación y enfocándose más que nada en la diversidad sexual. Las denuncias prácticamente no llegan, en gran parte porque no existen casos de discriminación concretos, sino que en este caso también prevalece el respeto.

Fuente: El Eslabón

 

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